(Mi pequeña) Historia de la locución online
- Vicky Tessio
- 29 abr 2016
- 6 Min. de lectura
Hoy en día, muchos profesionales de la locución trabajamos desde nuestro propio estudio de grabación en casa, realizando todo tipo de proyectos (comerciales, e-learnings, audio-guías, vídeos corporativos, mensajes telefónicos, audio-libros…) y enviándolos a clientes en cualquier lugar del mundo, gracias a internet.
¿Pero imaginas cómo era el trabajo de locución online cuando no existía YouTube, ni Facebook, ni Twitter, LinkedIn, blogs o Skype, nada de lo que ha surgido en los últimos diez o doce años…?

Aunque yo suelo fechar mi inicio oficial como “locutora en línea” en 2004 (la fecha de mi alta en voice123, el mayor y casi único portal global de locutores por aquel entonces), lo cierto es que todo empezó un año antes, sin yo planearlo, intentando conjugar varias circunstancias vitales: el fin de un contrato en mi último trabajo en la radio; un PC encima del escritorio de casa; una línea de internet con una imagino recién estrenada ADSL (antes de eso, hubo que pagarle a Telefónica 32.000 pesetas del ala por una rudimentaria conexión, sobre la que tenía el monopolio); un CV ya bastante abultado, y un minidisc con el que pretendía grabar algunas demos de programas, intervenciones y doblajes que había hecho hasta la fecha.
Mi intención era, en un país que comenzaba a ser mínimamente digital, utilizar internet y el correo electrónico para lanzarme a la búsqueda de un nuevo empleo. Lo más gracioso de todo -las vueltas que da la vida- es lo que yo me había resistido a sentarme delante de un ordenador! … Había tenido, como muchas otras personas, una especie de rechazo visceral contra “la máquina”, como “fuente de deshumanización y generador de múltiples e insondables peligros”… ( De cómo te cambia la vida y tus parámetros a lo largo del tiempo creo que puedo ser buen ejemplo).
Pero de esas reticencias iniciales había pasado ya un tiempo, por fortuna. Internet había sido ya herramienta útil en mis días de radio. Y, después de aquello, allí estaba yo: con todo un mundo al alcance del teclado. Algo que todavía se experimentaba entonces con una extraña sensación de vértigo.
No sé muy bien concretar el momento en que ocurrió, pero lo cierto es que mientras me afanaba en buscar estaciones de radio, productoras, nombres, pistas, indicios, sobre dónde poder enviar mi actualizado currículum y algunos archivos de audio adjuntos, comencé a darme cuenta de algo… Un par de palabras, cuyo emparejamiento yo desconocía, comenzaron a aparecer en mis búsquedas sin que sepa precisarte cómo. ¿Tal vez a raíz de teclear cosas como “voz en off”…? Es más que posible.

Esas dos palabras que empezaron a aparecer en mis búsquedas, y cuya existencia yo aún desconocía en aquel 2003, eran Voice Over, las dos palabras con las que el mundo anglosajón nombraba y nombra tanto a los locutores como a las locuciones.
Y así, presa del asombro y la excitación, fui descubriendo que más allá de las fronteras físicas de mi país, en el resto de Europa y sobre todo en EEUU, un buen puñado de locutores profesionales estaban trabajando a través de internet, publicitando su trabajo en línea, obteniendo clientes para los que grabar de manera independiente desde y para cualquier lugar del mundo…
¡Eureka! O tal vez sea más preciso decir: ¡Serendipia! Imagínate qué hallazgo: finalmente, iba a ser gracias a “la máquina” (y al inglés más o menos rudimentario que por aquel entonces poseía, que todo hay que decirlo) como iba a ser capaz de reorientar mi futuro profesional para dedicarme a una actividad para la que existía un nombre en inglés que yo desconocía: iba a ser voice over!

Iba a ser locutora a través de internet, después de haberlo sido muchos años offline, paralelamente a mi trabajo como presentadora en radio y televisión, o mis incursiones como actriz de doblaje. A partir de ese momento, me centré en esas dos palabrejas: qué voice overs había, quiénes eran, cómo trabajaban, qué portales les alojaban, cómo se publicitaban; con qué empresas, estudios, productoras, podía yo conectar a través de internet para ofrecerles mis servicios, por aquel entonces de la única forma posible: a través del e-mail.
Mientras, aquí en España muy pocos locutores (como Sergio Huéscar o Luis Alberto Casado, dos de mis primerísimos clientes) habían comenzado a moverse en este nuevo mundo digital, así que jugué con una muy buena ventaja: la de llegar primero.

Los inicios, no obstante, fueron lentos, y llenos de anécdotas. De esas que con el paso del tiempo te encanta recordar: cómo forraste un armario empotrado en el que apenas cabías, para hacer tus primeras demos sin más cacharros que un micro y un mini-disc portátil…
—” ¡Uy, mira qué graciosa : cuando todo el mundo está saliendo del armario, vas tú y te metes! “
O tener que aclarar siempre:
—”No, no… Soy locutora, pero ahora no trabajo en ninguna radio…”
Y cómo resultabas pintoresca al tratar de explicar a qué te dedicabas…
—”¡Ah! Como la chica esa de “Su tabaco, gracias”, ¿no?”
Lo dificultoso de poner precio a tu trabajo, porque era un campo que prácticamente no existía aún en España, y tenías que ir situándote con tarifas creadas por mercados externos; cómo ibas aprendiendo a marchas forzadas una terminología inglesa desconocida, la de los voice overs; o de qué manera ibas montando lo que resultaba ser un home-studio, un estudio en el que grabar en tu propia casa.

Por ejemplo, la mayoría de artículos sobre micrófonos estaban destinados a cantantes, no a locutoras en estudios caseros; ahora la red está inundado de ellos. Otro ejemplo, el de las cabinas de insonorización: las únicas que encontré se fabricaban en USA y Alemania, ambas con un precio elevado por el producto en sí y por los costes de envío …
Así que, tras grabar al principio en un pequeño trastero acondicionado, mi primera cabina de grabación fue una cabina de audiometría en 2007. Hoy en día hay varias empresas nacionales, con productos específicos, como la Studio One de Studiobricks en la que estuve grabando en Barcelona.
Pero, sin duda, el impacto mayor fue descubrir que mi español, ese español españolísimo, el castellano de esta locutora nacida en Madriz, o sea, ¡el español de toda la vida! (modo jocoso “on”, por supuesto) , era considerado por el gran mercado estadounidense y latino nada más que como un mero “acento”; y que el español que ellos llamaban y consideraban neutro, no era el mío , sino el de allá, un español latino estándar conocido como “Neutral Spanish”….
¿”Neutral”? ¿¡Cómo que neutral…!? Ay amiga, ¡esto sí que me costó superarlo! Ya te digo, un trauma… … Más incluso que tener que explicar a muchos clientes, estadounidenses y de otros lugares del mundo incluyendo Europa, que el español no es el mismo a este y al otro lado del océano; que lo que aquí se entiende como español neutro es el castellano; que para los diferentes mercados se necesitan producciones específicas…. etc, etc, etc.

En casi ningún portal de locutores encontraba, además, esas distinciones para el español (como sí las había para el portugués de Portugal o Brasil, el francés de Canadá o Francia, y por supuesto el inglés de UK o EEUU).
Envié algunos mails al respecto, por ejemplo al mencionado voice123, sin obtener respuesta. Tardaron un tiempo, pero finalmente ampliaron el rango e incluyeron un abanico de procedencias y acentos del español. Algo habitual hoy en día.
Más de una década ha llovido desde entonces, y actualmente la locución online está ampliamente extendida, aunque sigue siendo una gran desconocida para muchos. Recuerdo en aquellos inicios contactar con estudios, por ejemplo los londinenses, que se negaban a trabajar con locutores en línea, por principio. Aún existen algunos, pero en general el mercado ha entendido y aprovechado esta nueva forma de trabajar, como no podía ser de otra manera. Y ha surgido igualmente todo un mundo alrededor del locutor: apps, equipamiento técnico, software, conferencias, blogs, expertos e incluso coaches específicos. En España, por supuesto, se trabaja en línea cada vez más.
El balance de estos doce años, para mí, es muy positivo. Por supuesto la crisis ha sacudido la profesión a todos los niveles -off y online- , con temporadas difíciles en las que el trabajo ha llegado con cuenta gotas. Naturalmente también ahora la competencia es mucho mayor, y las tarifas irrisorias que algunos aceptan y manejan no ayudan en absoluto. Tampoco la legislación para autónomos, en el caso de España.

Pero, con todo, soy de las privilegiadas que pueden decir: trabajo en lo que me gusta, y disfruto enormemente con lo que hago. He puesto voz a interesantes proyectos de grandes y pequeñas compañías. Estoy en contacto con clientes de todo el mundo. Distribuyo y acomodo mis propios horarios. Puedo cambiar de ciudad si así lo decido. Y me dedico a una actividad artística, con dos instrumentos básicos maravillosos:
la palabra, y la voz.
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